La pasión que despierta el vino hace que agricultores y viticultores vayan probando diferentes variedades de uva para darle un toque especial a sus vinos.
Hace unas décadas los agricultores solían plantar en sus viñas el tipo de vid más habitual en su región. Al llegar la vendimia, recogían la cosecha y se la vendían a las bodegas y cooperativas, sin preocuparse del producto final.
Hoy, no son pocos los pequeños agricultores que se lanzan a producir su propio vino, con las uvas que proceden de sus fincas. Un planteamiento, quizás menos rentable a corto plazo, pero sí más gratificante y lucrativo a medio y largo plazo, si se sabe hacer bien. Estos viticultores van haciendo experimentos en sus tierras, introduciendo nuevas variedades de uva y mejorando los procedimientos, para obtener caldos que satisfagan los paladares más exquisitos, y diferenciarse de la competencia, en un mercado muy concurrido.
Como consecuencia de la proliferación de estos nuevos productores, el periódico La Vanguardia señala que hace unos años se creó en Cataluña, el Gremi de Vinyataires Lliures, una asociación que recoge a 100 pequeños productores para defender sus derechos frente a las grandes Bodegas y los Consejos Reguladores de Denominación de Origen.
Todo comenzó cuando la pequeña bodega Dasca Vins, tuvo que hacer frente a una multa de 2000 € por poner en la etiqueta de sus botellas la palabra “Valls”, sin estar adscrita a la Denominación de Origen Tarragona.
La enóloga Sara Pérez dice que cuando un vino no está sujeto a una denominación de origen, parece como si fuera un vino de mesa, cuando muchos productores independientes se están esforzando por elaborar productos interesantes, de gran calidad.
En este proceso creativo, juega un papel importante la combinación de diferentes variedades de uva, cosechadas en un mismo territorio. Para adquirir estas cepas, los agricultores recurren a viveros. Como es el caso de Raúl Fernández, un pequeño bodeguero de la provincia de Cuenca, que nos asegura haber encontrado cepas interesantes en Plantvid, un vivero especializado en vides ubicado en la provincia de Valencia.
Según la web Vinos Castilla-La Mancha, estas son las variedades de vid más utilizadas en España:
Tempranillo.
Es la variedad de uva más plantada en nuestro país. Con 202.917 hectáreas de tierra destinadas a su producción. Es la cepa predominante en regiones vinícolas como La Rioja, Ribera del Duero, Toro, Somontano, Valdepeñas y La Mancha.
Se adapta bien a diferentes tipos de suelo y donde mejor resultado da es en los climas fríos. Es sensible a las plagas y enfermedades y poco resistente a la sequía extrema y a las altas temperaturas.
Es una apuesta segura para elaborar un buen vino. Con ella se obtiene vinos tintos con cuerpo, color intenso rojizo y un aroma suave y equilibrado. Con vinos fáciles de marinar con una amplia gama de alimentos y bastante agradecidos en su crianza.
En algunas partes de España a la uva tempranillo se le llama Cencibel, y con ella se han obtenido subvariedades interesantes como el tempranillo blanco, ideal para producir vinos blancos, secos y semisecos con cuerpo.
Airén.
Es la uva blanca española por antonomasia. Frecuente en zonas como Valdepeñas, Castilla-León, La Mancha, Extremadura y Cádiz.
Una cepa de secano que da un fruto pequeño y de alta graduación. Tiene una alta longevidad, es resistente al calor extremo y a las enfermedades. Aunque es necesario podarla para que coja más fuerza, requiere menos cuidados que otras variedades.
Con esta uva se obtienen vinos frescos, ligeros, con un aroma floral y un sabor a frutas cítricas. Por su alto contenido en azúcar, también se emplea bastante en la elaboración de brandis. Se concentra con facilidad y capta bastante bien el aroma y sabor de las barricas de madera.
Garnacha.
Es una de las variedades de vid más antiguas que existen. Después del tempranillo, es la uva tinta más plantada en el país. Es muy utilizada en el Priorat, Calatayud, Campo de Borja, Cariñena y Navarra. Fuera de nuestras fronteras es habitual en La Cerdeña, el Rosellón, el sur de Francia y California.
Es una cepa que brota hacia arriba y que tiene una gran tolerancia al viento y a los climas secos, no así a la humedad, que puede generar la putrefacción del tronco y las ramas. Se adapta bastante bien a los suelos pedregosos y a las áreas de cantos rodados.
Con la garnacha se obtienen vinos tintos con cuerpo, de un color oscuro intenso y un sabor fuerte, con matices a tierra y especies. Es una variedad que acepta bien las combinaciones con otros tipos de uva, obteniendo vinos de diferente intensidad, llenos de matices.
Un vino que marina a la perfección con carnes rojas, productos silvestres, quesos fuertes y carne de caza.
Monastrell.
Es una uva muy valorada en la industria del vino. Muy presente en las costas mediterráneas. La encontramos en los vinos de Jumilla, de Yecla, de Alicante, pero también en las regiones francesas de la Provenza y el Ródano.
Es una cepa fuerte que soporta bien las condiciones climáticas adversas. Es resistente a las altas temperaturas y a la falta de agua. Se recupera bien de las heladas del invierno. Su hábitat natural son los suelos poco profundos y arcillosos, aunque se puede adaptar a otros terrenos.
Es una uva con una alta concentración de taninos, lo que la hace ideal para vinos de crianza y reserva. El vino joven monastrell tiene un intenso sabor terroso, que se va moderando a medida que se cría en barrica, adquiriendo matices de especias y frutos maduros. Por sus características se emplea también en la elaboración de vinos rosados y vinos fortificados tipo Oporto.
Verdejo.
Es una uva blanca trabajada con esmero en la región de Rueda (Castilla-León), aunque también la podemos encontrar en Extremadura, La Mancha, Cataluña, Asturias y Murcia.
Es una cepa poco vigorosa que da un fruto pequeño, tipo vaya, de alta graduación. Se planta en terrenos arenosos, cubiertos de cantos rodados. Es resistente a la sequía y precisa de pocas podas para obtener una producción aceptable.
Produce uno de los vinos blancos más finos que existen. Un vino ligero, aromático, con sabor frutal y un regusto final amargo muy característico. Se emplea en la elaboración de vinos jóvenes utilizando solo esta variedad o mezclada con otras como Macabeo o cabernet sauvignon. La crianza en barricas de roble le aporta complejidad, y mezclado con uva palomino se obtienen blancos generosos, similares al vino de Jerez.
Macabeo.
El Macabeo, también conocido como Viura, es una uva blanca y rosada muy utilizada en el Penedés, Navarra, Tarragona y La Rioja. Su cultivo ha crecido mucho en los últimos 15 años y se ha extendido a otras partes de España.
Es una planta frondosa, de rendimiento elevado, resistente al frío y a las heladas, pero que requiere agua para su crecimiento. Por tanto, se debe emplear en viñas de regadío, zonas con climas con precipitación media o en suelos humedecidos por aguas subterráneas.
Con esta variedad se obtiene un vino blanco ligero, refrescante, de poca graduación y con un agradable sabor afrutado. Es una variedad versátil con la que se elaboran vinos jóvenes, vinos espumosos y el cava catalán. Admite bien la mezcla con uvas tintas como tempranillo y garnacha, suavizando la textura de estos últimos y enriqueciendo su sabor.
La crianza de estos vinos blancos puede durar décadas, y con ellos se obtienen vinos distinguidos y aromáticos.
En Valencia se ha utilizado esta variedad, tradicionalmente para la producción de absenta.
Cabernet Sauvignon.
Es una uva tinta de origen francés, cuyo uso se está extendiendo por toda España. La razón es que agrega a los vinos un toque de distinción y una variación de tonos y matices.
Es una planta vigorosa, que crece en vertical, con un espeso follaje y unos racimos abundantes en forma de cono. Se adapta bien a una gran cantidad de climas y terrenos, si bien su ecosistema natural está marcado por el clima continental. Temperaturas ligeramente frías y con cierta humedad y presencia de precipitaciones. Por lo que podríamos decir que es una vid para viñas de regadío.
Los vinos producidos con esta uva son intensos y estructurados. Con destellos rojizos al moverlo. Tiene un sabor complejo en el que destacan los matices a fruta madura, pimiento verde y un cierto toque herbáceo.
Es la variedad predominante en regiones vinícolas de fama internacional como Burdeos, la Toscana. Su alto contenido en taninos lo hace ideal para producir vinos de reserva y crianza, con la peculiaridad de que aunque se críen en barricas de roble, no acapara el sabor de la madera, sino que sigue conservando su identidad.
Es una variedad de uva muy apreciada por los enólogos, que les permite experimentar con ella, mezclándola con otros tipos de uva para obtener vinos originales y de calidad.
En España, también se emplean otras variedades de vid para fabricar vino como Merlot, Palomino, Syrah, Chardonnay o Pedro Ximenez. Creando todo un universo de posibilidades.
Dependiendo del clima y la tierra, los viticultores tienen un abanico amplio con los que jugar para crear los vinos que mejor los identifiquen.