Todos sabemos de sobra como funcionan este tipo de relojes y más o menos, la información que pueden aportar. Aunque cabe señalar que las prestaciones y utilidades, han ido en aumento y todo señala que su desarrollo ofrecerá mucho más.
Nadie habría sido capaz de vaticinar que entrar en una joyería, como Serrano Joyeros que son conocidos por su catálogo y variedad online, sería sinónimo de cuidar la salud. Puesto que uno de los productos estrella que comercializa el sector de la joyería en los últimos tiempos, es el reloj inteligente, dejarse asesorar por un experto en la materia dentro de una joyería, puede marcar la diferencia entre las prestaciones que ofrece un smartwatch frente a otro. Estos dispositivos que cuentan con cada vez más usuarios, pueden ofrecer una serie de información interesante a quien lo porta.
A razón de sus muchas utilidades a nivel salud, cabe cuestionarse su fiabilidad, su precisión y si realmente, ayudan a prevenir las enfermedades o evitar su aparición, como nos hacen creer. Si bien es cierto que, son excelentes aliados para llevar un control y registro de nuestra actividad diaria y los parámetros con los que debemos contar para que nuestra salud se beneficie, ¿hasta que punto son certeras esas mediciones?
Expertos en la materia y desarrolladores de esta tecnología, son bastante rotundos al respecto: la repuesta rápida y sencilla es que no. Las mediciones que llevan a cabo los relojes inteligentes, no son precisas ni exactas. La tecnología necesaria para que las mediciones fueran efectivas, no darían lugar a dispositivos tan pequeños, cómodos y elegantes que funcionaran gracias una pequeña batería. En su favor, aseguran que, la aproximación a esa precisión y las mediciones exactas, cuentan con un margen de error, aceptable.
Entendiendo la medición
Para comprender como se lleva a cabo la medición y porque el margen de error es aceptable, hay que saber como estas, se ejecutan. Los dispositivos, disponen de sensores y luces que facilitan la toma de datos del flujo sanguíneo, la posición y si estamos o no, en movimiento. Es decir, para calcular los pasos, el dispositivo, cuenta con acelerómetro, este elemento, detecta la posición y la oscilación de la mano al andar. Gracias a esta información, un algoritmo, interpreta los movimientos. Si bien es cierto que puede ofrecer un número de pasos aproximado, también puede trucarse con facilidad.
A la hora de hacer una medición de la saturación de oxigeno en sangre o el ritmo cardíaco, los dispositivos, se valen de unos pequeños diodos que, emiten pequeñas luces en el brazo. Estas luces, parpadean junto a un sensor óptico que ejerce como cámara que mide el reflejo de la luz en la piel y el color que esta adquiere. Aunque a simple vista, resulta imperceptible, el color de la piel cambia cada vez que se produce un bombeo de sangre, provocando a su vez, cambios en el reflejo de la luz. Los cambios del reflejo permiten deducir la velocidad a la que el corazón esta bombeando la sangre, obteniendo la medida del pulso.
Los desarrolladores de relojes inteligentes, aconsejan hacer esta medición en estado de reposo y muy quietos para que esta sea más fiable. Ajustar bien el reloj sobre la piel y encontrarse en un entorno oscuro, también facilitan la precisión.
Para detectar las horas de sueño y la calidad del mismo, el sensor principal del reloj, es igualmente el acelerómetro, capaz de registrar si estamos en posición horizontal, el tiempo que permanecemos en dicha posición y lo que nos movemos durante ese periodo. Los expertos, convienen que no debemos hacer demasiado caso a este dato en particular, pues es muy difícil hacer una medición exacta de las horas de sueño y su calidad.
A consecuencia de estos datos y afirmaciones, hay que advertir que no se trata de un producto sanitario y, por lo tanto, sus datos, no deben ser utilizados como análisis clínico. Realmente, depende de cual sea la finalidad y el uso que quieras darle a tu reloj inteligente. Si la finalidad es contar con unas mediciones aproximadas en circunstancias normales, es una excelente herramienta, para mantener un control. Si, por el contrario, se pretende una precisión y fiabilidad absoluta por cuestiones médicas, es necesario otro tipo de dispositivo más complejo y con mayor número de certificaciones.
Al no tratarse de un producto sanitario, este tipo de dispositivos, no requieren de tantas certificaciones y revisiones como otro tipo de dispositivos como el pulsioxímetro. Aunque requieren de una certificación de la CE, al igual que otros dispositivos, no puede hacerse responsable al fabricante en caso de error.
Por otro lado…
En el lado opuesto, existen estudios que evidencian que la estos dispositivos, pueden ser grandes aliados a la hora de prevenir enfermedades cardíacas. La función de electrocardiograma que integran algunos de los más vanguardistas relojes inteligentes, ayudan a detectar y predecir una serie de problemas cardíacos con una década de antelación. Al menos, eso quieren hacernos creer.
El estudio en cuestión, fue llevado a cabo en Londres, examinando a ochenta y tres mil personas de edades comprendidas entre los cincuenta y setenta años. Esta población de muestra, gozaba de buena salud y fue sometida a un electrocardiograma de quince segundos, similar al que hacen los relojes inteligentes.
El resultado, fue que uno de cada veinticinco sujetos, presento un latido extra en la medición. Este cuatro por ciento de la población, presentó, por lo tanto, una predisposición mayor a desarrollar una insuficiencia cardíaca o fibrilación auricular en los próximos años.
Teniendo en cuenta este dato, esta claro que un electrocardiograma cuyos resultados provengan de un smartwatch, no puede sustituir a un examen clínico, pero arrojaron una precisión de entre el noventa y tres y el noventa y cinco por cien. Con lo que un reloj inteligente con prestaciones de mayor calidad, puede convertirse en una herramienta excelente para poder identificar las diferentes afecciones que pueden presentarse en el corazón, pasando desapercibidas en el día a día.
Otros estudios, llevados a cabo con anterioridad, también ha arrojado resultados favorables para los usuarios de este tipo de relojes. Un ejemplo esta en los resultados obtenidos a través de un análisis de datos de electrocardiograma, obtenidos mediante los sensores del Apple Watch. Los datos obtenidos, fueron examinados por una inteligencia artificial que fue capaz de detectar sujetos con bomba cardíaca debilitada o disfunción ventricular izquierda.
Basándose en estos datos y en la consiguiente evidencia, los expertos dan como convincentes los datos obtenidos. Aunque claramente, un electrocardiograma realizado en un hospital, ofrece un resultado superior, los smartwatch, ofrecen una alternativa a tener en cuenta. De esta manera, se facilita el acceso a las alertas tempranas que pueden motivar a las personas a acudir al médico ante la mínima anomalía, descartando así o detectando, las posibles afecciones.
Sin embargo, los smartwatchs y los datos que arrojan, deben ser estudiados con mayor profundidad y detenimiento, para corroborar su posible fiabilidad. Dos factores negativos a tener en cuenta, los sensores de luz, pierden fiabilidad en el caso de personas con la piel oscura o que padecen obesidad, y tampoco son recomendables en pacientes con implantes electrónicos. La tecnología de marcapasos y dispositivos de resincronización cardíaca, no son compatibles con la tecnología electrónica que utilizan los relojes inteligentes.
En conclusión, ambos puntos de vista son aceptables y compatibles entre sí. La tecnología de la que se valen los relojes inteligentes, puede dar una idea al usuario de su estado general en circunstancias normales. Desde esa perspectiva, en caso de que eso datos cambien sustancialmente, pueden hacer sospechar que algo sucede en el organismo. Lo que posibilita una posible detección, temprana o no, de alguna patología que afecte al corazón.
Gracias a estos dispositivos, ante una posible alerta, lo “peor” que puede pasar es que no pase nada y todo este correcto. En caso contrario, la advertencia puede marcar la diferencia entre sufrir una patología grave o no.
No obstante, conviene ser cautos al respecto. Por mucho que los estudios llevados a cabo, aporten, según los expertos, datos bastante fiables y aceptables, no son datos cien por cien reales ni veraces en los que basar nuestro estado de salud. Ante cualquier evidencia de un problema, lo mejor es acudir a un especialista a que realice las pruebas pertinentes. Una vez diagnosticado o descartado el problema, contar con un dispositivo inteligente, puede ayudar a mantener un control mínimo y ayudar a detectar posibles anomalías.
En última instancia, recientes estudios sobre la enfermedad de Parkinson, determina que esta tecnología de fácil acceso y ubicua, es capaz de detectar y medir objetivamente la severidad y progresión de los síntomas que acontecen al Parkinson. Tratándose como se trata de una de las enfermedades neurológicas con mayor incidencia en el mundo, su complejidad y la limitación existente mediante las medidas actuales para su detección y creación de nuevas terapias, han constituido una importante barrera. Valiéndose de la tecnología inteligente, se pretende llevar a cabo un análisis y estudio que determine las medidas y parámetros que ofrecen los mismos para ayudar a determinar la progresión de la enfermedad y sus consiguientes terapias. Si ir más lejos, el teléfono inteligente, ha sido capaz de detectar anomalías en el habla que pueden sugerir, la presencia de la enfermedad.