La primera vez que escuchas hablar de terapias energéticas puede que te suenen raras, poco creíbles o incluso fuera de lugar en el mundo actual. Seguramente pienses en algo alternativo, ajeno a lo que se considera normal en la medicina. Y, sin embargo, millones de personas en todo el planeta llevan años recurriendo a ellas, encontrando alivio, mejoras en su salud y hasta cambios profundos en su manera de vivir. Aunque la ciencia tradicional todavía no tiene herramientas para medir todo lo que ocurre en una sesión de reiki o en una limpieza energética, la experiencia acumulada de tantas personas empieza a ser imposible de ignorar.
En este recorrido quiero mostrarte qué son realmente estas prácticas. La idea no es convencerte de nada, sino que tengas la información clara, para que entiendas por qué tanta gente recurre a estas terapias.
Reiki: una de las terapias más conocidas
Si escuchas hablar de terapias energéticas, el reiki es seguramente el primer nombre que aparece. Nació en Japón hace más de un siglo y, a pesar de las dudas que puede generar en ciertos sectores, ha cruzado fronteras hasta llegar a hospitales, clínicas y centros de bienestar de medio mundo.
El reiki se basa en la idea de que la energía vital fluye a través de nosotros. Cuando esa energía está bloqueada, pueden aparecer malestares físicos, emocionales o mentales. Durante una sesión, el terapeuta coloca sus manos suavemente sobre ti o a unos centímetros de tu cuerpo, con la intención de canalizar esa energía y ayudar a equilibrarla.
¿Resultados? Muchas personas cuentan que sienten una relajación profunda, alivio de dolores, disminución de la ansiedad y una sensación de paz difícil de explicar con palabras. Incluso hay pacientes en tratamientos médicos que lo usan como complemento, porque dicen que les ayuda a sobrellevar mejor los efectos secundarios de la medicación o a recuperar fuerzas después de una operación.
Lo curioso es que, en algunos hospitales de países como Estados Unidos, Reino Unido y España, ya se ofrecen sesiones de reiki como apoyo al tratamiento convencional. Esto no significa que se vea como una cura por sí misma, sino como una ayuda extra que aporta bienestar y calidad de vida.
Limpiezas energéticas
Más allá del reiki, existen las limpiezas energéticas, que se centran en liberar cargas que no siempre son visibles. Quienes las practican creen que a lo largo de la vida vamos acumulando energías pesadas, relacionadas con emociones negativas, experiencias dolorosas o incluso con entornos cargados.
En una limpieza energética se pueden usar diferentes técnicas: desde el uso de hierbas y sahumerios, hasta el sonido de cuencos, mantras o movimientos de manos alrededor del cuerpo. La intención es soltar aquello que no te deja avanzar y permitir que recuperes un estado más ligero y equilibrado.
Hay personas que, después de una limpieza, cuentan que sienten como si se hubieran quitado un peso de encima. Notan cambios en su ánimo, más claridad mental y hasta mejoran las relaciones con quienes les rodean, porque dejan de cargar con tensiones que antes condicionaban su manera de actuar.
Aunque desde fuera pueda sonar extraño, la práctica de limpiezas energéticas está presente en muchas culturas desde hace siglos. En América Latina, por ejemplo, forma parte de tradiciones muy arraigadas. Y cada vez más gente en Europa empieza a interesarse por ellas, no solo como rituales, sino como apoyo en procesos de cambio personal.
Protección energética
Otra de las ramas de estas terapias tiene que ver con la protección energética. La idea es que, así como cuidas tu cuerpo con una buena alimentación o ejercicio, también deberías cuidar tu energía para evitar desgastes.
Existen técnicas de visualización, uso de cuarzos, ejercicios de respiración o incluso pequeños rituales diarios para mantener esa protección activa. Quienes los practican aseguran que les ayudan a no absorber la negatividad de su entorno, a mantener la calma en momentos de tensión y a sentirse más seguros frente a situaciones difíciles.
Imagina lo que significa entrar a un espacio donde todo el mundo está de mal humor o bajo presión. Hay personas que, después de aprender a proteger su energía, dicen que pueden mantenerse estables sin que ese ambiente les arrastre. Otros aseguran que esta práctica les ayuda a dormir mejor y a recuperar fuerzas después de días intensos.
Cómo elegir a un terapeuta energético
Si te interesa probar alguna de estas terapias, una de las dudas más comunes es cómo saber a quién acudir. No todas las personas que ofrecen sesiones tienen la misma formación ni el mismo compromiso con lo que hacen. Por eso conviene fijarse en algunos puntos antes de dar el paso.
Lo primero es observar si el terapeuta transmite confianza y claridad en su forma de trabajar. Muchos profesionales ofrecen una primera conversación para que expliques lo que buscas y ellos te cuenten cómo pueden ayudarte. Esa charla inicial te permite sentir si hay una conexión real y si te sientes cómodo.
Otro detalle importante es que la persona no te prometa resultados inmediatos ni soluciones mágicas. Estas terapias suelen funcionar como un proceso, en el que poco a poco vas notando cambios. Quien te hable con sinceridad sobre eso merece más confianza que alguien que te asegure que en una sola sesión todo cambiará.
También ayuda preguntar por su experiencia y, si es posible, escuchar la opinión de otras personas que ya hayan pasado por sus manos. Aunque no se trate de un campo regulado de forma oficial en muchos países, la experiencia y las recomendaciones de otros pueden darte una buena idea de si se trata de alguien serio.
La experiencia de Marta: empezar por la energía
Para entender mejor lo que significa trabajar con la energía, hablé con Marta, una profesional holística del centro de terapias holísticas Crece por tu cuenta. Ella cuenta que ha visto cambios sorprendentes en muchas personas que llegan con problemas que parecen físicos, pero que tienen su raíz en bloqueos energéticos.
Según Marta, cuando una persona siente que no avanza en su vida, que siempre se repite un mismo patrón o que carga con un malestar constante, la clave está en mirar primero el estado de su energía. Afirma que muchos de los bloqueos que sufrimos no se originan en el cuerpo ni en la mente, sino en la parte más profunda de nuestro ser, esa que tiene que ver con lo espiritual y lo energético.
En su experiencia, al liberar esos bloqueos, la persona no solo empieza a sentirse mejor en lo físico, sino que también mejora su estado emocional y su capacidad de relacionarse. Marta insiste en que no se trata de un milagro inmediato, sino de un proceso en el que poco a poco recuperas la conexión contigo mismo y con lo que te rodea.
Beneficios más allá de la salud física
Una de las cosas más llamativas de las terapias energéticas es que la mayoría de quienes las practican no hablan solo de beneficios físicos. Por supuesto, hay personas que aseguran que el dolor disminuye, que se sienten con más vitalidad o que su sueño mejora. Pero lo que más repiten es el cambio emocional y mental.
Muchas personas dicen que después de estas prácticas logran manejar mejor la ansiedad, se sienten menos estresadas y encuentran un estado de calma que antes les resultaba imposible alcanzar. También hay quienes afirman que les ayudan en momentos de duelo, en crisis personales o cuando atraviesan periodos de mucha presión laboral.
El bienestar emocional termina influyendo en la salud física, y aquí es donde empieza a aparecer la conexión que cada vez más médicos reconocen: si vives con menos tensión, con más serenidad, tu cuerpo también lo nota.
Aceptación en distintos países
Aunque todavía existe mucho escepticismo, la realidad es que en varios países se está dando un paso hacia la integración de estas terapias. En Estados Unidos, por ejemplo, algunos hospitales ofrecen reiki como apoyo a pacientes con cáncer o con enfermedades crónicas. En Reino Unido, el Servicio Nacional de Salud ha explorado programas de terapias complementarias que incluyen técnicas energéticas.
En España, centros privados y asociaciones llevan tiempo promoviendo estas prácticas, y cada vez hay más profesionales formados en este campo. En Latinoamérica, países como México, Chile y Argentina muestran un crecimiento en la demanda de terapias energéticas, tanto en ciudades grandes como en comunidades pequeñas donde conviven con tradiciones ancestrales.
Aunque no haya un consenso absoluto en el ámbito científico, lo cierto es que la aceptación social está en aumento, y cada vez más personas las incorporan en su vida sin necesidad de abandonar la medicina convencional.
Un camino que sigue creciendo
Las terapias energéticas han pasado de ser algo casi desconocido a convertirse en un recurso habitual para millones de personas en todo el mundo. Puede que no haya estudios que lo expliquen todo, pero los resultados que cada persona experimenta hablan por sí mismos.
Si alguna vez te acercas a una sesión, lo más probable es que no busques una explicación técnica, sino sentir si realmente te aporta algo. Y ahí está la clave: cada experiencia es única, personal y difícil de comparar con la de otros.
Lo que está claro es que estas terapias seguirán presentes, porque cada vez más personas buscan formas de cuidarse que vayan más allá de lo físico. Quizá lo más importante no sea si la ciencia logra medirlas o no, sino si quienes las practican logran vivir mejor, con más equilibrio y con más paz interior.