En los últimos tiempos, los hombres y mujeres del mundo occidental recurrimos a filosofías ancestrales de oriente en busca de respuestas que contribuyan a mejorar nuestras vidas. A sentirnos más plenos. Sus efectos son evidentes, de ahí su popularidad. Nos centramos en uno de estos planteamientos: El Tantra.
Dice Maite Domenech, formadora en Tantra, autora de los libros “Un sí a la vida”, “Iniciación al Tantra” y “9 latidos”, una investigadora en la materia que pone en práctica sus conclusiones en su centro tántrico de Barcelona, que actualmente atravesamos un momento vital. El ser humano estamos cada vez más desconectados de la naturaleza, de la vida y de nosotros mismos. La práctica del tantra contribuye a restablecer esta conexión.
El Tantra es un conjunto de enseñanzas y tradiciones de origen hindú que conciben el cuerpo como un vehículo para alcanzar la liberación espiritual.
Cuenta la leyenda, que el dios Shiva pasaba largas veladas respondiendo las preguntas de su esposa Devi en su proceso por alcanzar el Monsha, la liberación del espíritu. El experimentado dios, pozo de sabiduría, que tantas veces había destruido el mundo y lo había vuelto a levantar, se enfrentaba a las inocentes preguntas de su joven y neófita compañera.
El diálogo intenso en la pareja, llevaba al sabio a indagar en sus conocimientos e, incluso, a cuestionárselos. Por otro lado, la curiosidad de la mujer, sedienta por descubrir aquello que desconocía, afinaba cada vez más sus preguntas. Aquel debate, los conducía por un camino que profundizaba en ellos mismos, en sus ideas, en sus creencias, en sus sensaciones, al tiempo que reforzaba los lazos entre ambos.
En apariencia, Shiva, ejercía de maestro de su consorte, a la que deseaba mostrar los secretos del universo. Sin embargo, era la discípula, la joven de las montañas, quien dirigía todo el proceso con sus preguntas. El juego de preguntar y responder, de dar y recibir, era el motor del crecimiento.
Para ello, la pareja se veía obligada a deshacer el camino. Partir de una verdad y desentrañar los vericuetos que habían llevado hasta ese punto. Elevando en ese proceso la consciencia, el disfrute del tiempo presente sin prever que aparecerá después.
Mucho de este espíritu está presente en el tantra. Estos son algunos de sus beneficios para el ser humano.
Conexión con uno mismo y con los demás.
El Tantra es un camino de conocimiento, de indagación. De descubrir cómo somos y cómo es lo que nos rodea. De ir aprendiendo progresivamente a cerca de nosotros mismos y de nuestro entorno. Esto implica la naturaleza de la que formamos parte y los seres con los que nos relacionamos.
Es un conocimiento gradual y acumulativo. A diferencia del proceso de aprendizaje en la sociedad moderna, el objetivo final está presente, pero es secundario. Lo principal es gozar del aprendizaje que vamos adquiriendo.
Para desarrollar este proceso de conocimiento se tiende, aunque no en exclusiva, a la exploración del cuerpo. El cuerpo es una expresión material de nuestro ser. Es un aprendizaje carnal cargado de una fuerte espiritualidad. Lo material y lo inmaterial, lo divino y lo mundano, son dos aspectos de una misma cosa.
A menudo, las sesiones prácticas en las que se lleva a delante el aprendizaje se efectúan en pareja o en grupo. Como los debates entre Shiva y Devi. Una interacción que potencia las conexiones, tanto a nivel individual como colectivo.
Equilibrio emocional.
Algunos expertos hablan de los beneficios psicológicos, mentales y emocionales de la práctica del tantra. Por ejemplo, las sesiones y retiros de Tantra han demostrado ser bastante efectivos para combatir el estrés y la ansiedad.
Para abrir un proceso de descubrimiento del cuerpo, necesitamos encontrarnos en un estado de relajación adecuado. Punto al que se llega con la respiración profunda y la meditación. Una vez liberada nuestra mente de las preocupaciones, podemos entregarnos plenamente a las sensaciones que percibimos a través de los sentidos.
En la práctica de los ejercicios tántricos desaparecen las prisas. No estamos preocupados por llegar a un punto determinado. Disfrutamos de las sensaciones que sentimos en el presente.
El Tantra contribuye a alinear los chacras. Puntos energéticos que tenemos en el cuerpo. Algo que nos proporciona un equilibrio físico y emocional. Esto nos aporta un enfoque positivo a la vida. Genera una sensación placentera. Despojamos de toda connotación negativa al placer y deseamos el bienestar para nosotros y para los demás, por medio de la satisfacción que produce el placer de los sentidos.
Aumenta la autoestima.
El Tantra contribuye a que estemos a gusto con nosotros mismos. A que nos aceptemos tal y como somos, y a que llevemos una vida más plena.
A lo largo de la historia, las sociedades se han encargado de imponer normas y prejuicios. Una muestra de ello son los cánones de belleza. El ideal de belleza nunca ha sido el mismo en todas las épocas históricas. “Las tres gracias” de Rubens muestran los gustos estéticos imperantes en el barroco. Aquellas jóvenes que protagonizan el cuadro del pintor alemán hoy serían catalogadas como “curvis”, un eufemismo para referirse a mujeres con sobrepeso.
Hoy consideramos como bellos los cuerpos de personas jóvenes con unas proporciones determinadas. Lo que no se adapta a esas características parece desterrado del deseo y del placer. Sin embargo, el cuerpo humano, plagado de terminaciones nerviosas, percibe sensaciones placenteras desde que nace hasta que muere. Ser conscientes de esta realidad nos hace sentirnos más satisfechos con nuestro cuerpo y esto se refleja en diferentes aspectos de nuestra vida.
Mejora la intimidad en la pareja.
La revista digital Uppers habla del éxito que están teniendo los retiros de tantra para reactivar la vida sexual e íntima de las parejas.
Hace 20 años, el cantante Sting alardeó públicamente que gracias al Tantra podía mantener relaciones sexuales de 8 horas cada noche. Por entonces, el ex-bajista de Police tenía más de 50 años. Aquellas declaraciones fueron una fanfarronada que no tardó en desmentir la esposa del músico. Sin embargo, esas palabras crearon un mito que despertaron el interés de muchos individuos y parejas por descubrir el Tantra.
Joan, un médico anestesista de 53 años, confiesa a la revista Uppers, que el Tantra abrió un renacer de la sexualidad en su matrimonio. Tocados por los efectos de la monotonía predominante en una relación de muchos años, sumada a que las preocupaciones cotidianas que hacían que rara vez los dos tuvieran ganas de practicar sexo al mismo tiempo, el tantra venció el aburrimiento sexual en la pareja y les devolvió el deseo, la compenetración y la conexión íntima.
Más que otra cosa, por probar, Joan y su esposa accedieron a asistir a un retiro tántrico de fin de semana. Encontraron en el evento más parejas como ellos, y otras de diferentes edades. Algunos de ellos presentaban problemas parecidos a los suyos. A lo largo del taller, entre todos, aprendieron a disfrutar de sus propios cuerpos sin prejuicios y sin miedos.
Joan afirma que el tantra aporta un nuevo enfoque a la sexualidad. No se circunscribe al acto sexual, ni siquiera está centrado en los genitales. Se basa más en la confianza, la apertura, el descubrimiento y la aceptación. Lo cual hace que se desarrolle una conexión en la pareja que sobrepasa el mero plano sexual.
Desbloquea las emociones reprimidas.
Cuenta la página web psiquiatria.com, que Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, señalaba que la represión de los instintos es una de las principales causas de enfermedad mental.
La represión es un mecanismo de defensa del yo. Consiste en rechazar de forma inconsciente determinadas ideas, recuerdos, impulsos y hechos con la intención de protegernos. Según el psicoanálisis, las represiones no desaparecen, sino que se alojan en el subconsciente. Intentan aflorar por los medios que tienen a su alcance.
Existen una lucha permanente entre el consciente y el inconsciente. Las ideas reprimidas se nos manifiestan en sueños, actos fallidos y lapsus al hablar, intentando salir de su prisión mental.
Es importante remarcar que la represión es un acto interno, no externo. Es el individuo el que autocensura determinadas ideas e impulsos. No hay que tratarlo como una imposición externa. Muchas de estas prohibiciones las fijamos como una protección de la vida. Asumimos que no podemos poner la mano en el fuego para no quemarnos. Otras son impuestas por la sociedad, pero las termina asumiendo el individuo internamente, por medio de la educación, la autosugestión, etc. Este es el caso del incesto. Mantener relaciones sexuales son personas con las que existe un lazo de consanguineidad, hacía que nacieran personas con una mayor propensión a padecer enfermedades graves. Creando comunidades enfermas.
La represión sexual suele estar acompañada de un sentimiento de culpa y de vergüenza. Se debe a la imposición social de ligar el sexo a la reproducción. Toda manifestación sexual que no buscara ese fin era socialmente rechazada.
El tantra, en este sentido, contribuye a desmoralizar el sexo. A eliminar los tabús. A percibir el cuerpo como un medio de autoconocimiento, de crecimiento personal y de satisfacción en la vida. Contribuyendo a que las personas puedan llevar una vida más completa y feliz.